(Se muestra sólo una selección de Obra Efímera de algunas series producidas para ofrecer una visión global del trabajo)
Obra Efímera (Arte Efímero) Período Formación (Estudiante de Arte)
Arte Efímero en la propuesta de Ernesto Benítez (Arte Contemporáneo)
Las investigaciones más recientes de Benítez pasan, ineludiblemente, por lo efímero; por el impacto de la fugacidad del instante en la modernidad. La impermanencia es una idea constante en la obra de Ernesto Benítez que acude al arte efímero para cuestionar la perenne caducidad y la obsolescencia del instante en esta era neo-medieval done, una vez “superados” la Línea del Progreso modernista y el Tiempo Primordial de Eliade, el sujeto renuncia a todo asidero temporal para sumergirse en un cronotopo (Bajtín) que privilegia el espacio en detrimento del tiempo. Con su obra más reciente, el artista propone una autopsia de la cultura sincrónica moderna que sublima la velocidad y la fugacidad sin tránsito; el instante puro, perenne, el mero lapso temporal, efímero y situado entre los muchos ámbitos antemporales.
Ernesto explora la no-consecución y la intermitencia de algunas pautas de comportamiento social y cultural; lo hace con obras concebidas para una corta durabilidad en el tiempo o, destinadas a perecer. En este sentido echa mano de diferentes tendencias del arte efímero llevando a cabo acciones breves y muchas veces clandestinas con materia orgánica que luego se transforman o se degradan durante el proceso. Por ejemplo, algunas de sus obras recientes son propuestas a modo de envaironmental art; otras piezas han sido concebidas articulando elementos o materiales que remiten directamente a la filosofía del maquillaje (u otras prácticas propias del arte corporal –body art-) y a la moda, tan a tono con lo que Ernesto denomina filosofía spam, etc. Pero en otras obras, sin embargo, Ernesto se interesa, precisamente, en narrar el tiempo en sentido inverso (una especie de discontinuidad involutiva) como marca distintiva de la estética de la decadencia para reflexionar sobre las paradojas propias de una filosofía de la atemporalidad y la obsolescencia perdurable.
En tiempos en los que la vida marcha muy de prisa y el flujo constante no hace espacio para digerir absolutamente nada, muchas intervenciones efímeras de Ernesto Benítez pueden leerse como gestos fugases destinados a perecer y hablan de la imposibilidad, de la esterilidad y del no-lugar. La cultura ya no se asienta en una visión del tiempo basada en la durabilidad. El tiempo también se ha fragmentado y el discurrir se reduce al momento (no ya como la suma o consecución de todos los momentos anteriores, sino en su estado puro, “autónomo” y aislado… como exclusivamente presente: el ahora). Ernesto es consciente de que no puede hablar o explorar este particular sino es desde la encrucijada misma del arte efímero, desde la acción perecedera, muchas veces con intervenciones clandestinas.
Apelando a estos y otros recursos efímeros en su trabajo Ernesto pretende establecer paralelismos entre la espacio-temporalidad moderna y las nociones espacio-temporales de Leibniz, para quien el espacio y el tiempo estaban fuera de la propia realidad y poseían un mero carácter virtual, susceptibles de ser percibidos únicamente por la relación empírica con los fenómenos externos. Bingo! Lo que no se atrevieron a anticipar los padres fundadores del engendro posmoderno ni sus más entusiastas teóricos. Sin representación histórica de futuro, los contemporáneos levitamos (fuera de toda dimensión ontológica) inertes en el eterno presente, como muchas figuras en los dibujos y una parte del arte efímero instalativo de Ernesto Benítez.