(Se muestra sólo una selección de Dibujos y Obras sobre Papel de algunas series producidas para ofrecer una visión global del trabajo)
Para Rasgar el Velo del Arcano, 1999 (Dibujos: Técnica Mixta sobre Papel)
Perla Misteriosa
Nacimiento del Hombre
La Verdad no es un Credo
La energía que me acompaña
Homo Arcanum
Claustro de Pasión
Ascender a las Profundidades
Cielo Dividido
Puerta del Espíritu
Arca de la Vida
Ambivalente Evidencia del Viaje
Abrir con amor el pecho
Corazón Suspendido
Dibujos y Obras sobre Papel (Período Formación). Estudiante de Arte
El Dibujo en la Obra de Ernesto Benítez (Arte Contemporáneo)
Resulta curioso que el dibujo en la obra de Ernesto Benítez no sea relegado a un papel secundario, como suele suceder con otros artistas contemporáneos. Muy al contrario: alejado de las connotaciones que adquirió el dibujo durante el renacimiento y muy distante de asumir los valores que le concediera el modernismo posteriormente, el artista explota el dibujo sin el menor prejuicio y lo hace, en muchos casos, asumiendo las más tradicionales técnicas expresivas de este género que algunos artistas hoy evitan por temor de ser asociados con la vertiente representativa del arte más ortodoxo, hablando en términos de estética y posmodernidad. Y es que para este artista sus dibujos, sin perder autonomía, son los complementos perfectos (que no meros bocetos) de propuestas que, en muchos casos, terminan siendo posteriormente obras instalativas. Quizás por ello el propio artista afirma refiriéndose al dibujo “estoy curado de esas dudas respecto a los géneros tradicionales del arte… No me interesa el efectismo estilista que persiguen –críticas a las vanguardias del Siglo XX incluidas- algunos neovanguardistas” (los post-artistas de Donald Kuspit).
Según precise la investigación que desarrolla para sus diferentes obras y series, Ernesto Benítez se mueve entre lo que él llama «una abstracción de contorno figurativo, utópica y una figuración pendiente, nebulosa (sin contexto o asidero), distópica». En ambos casos el artista se explaya dibujando y no disimula su estética de base académica (techné), algo de lo que en realidad pudiera presumir, habiéndose formado en una de las academias de Bellas Artes (San Alejandro) más rigurosa en las técnicas y que más énfasis presta al dibujo y al estudio directamente del natural en América Latina.
Sus dibujos (y su obra toda) evocan, contraponen y/o yuxtaponen una estética de la decadencia y una estética del vacío, de lo mínimo, que evita toda distracción que ejerce lo superfluo. De ahí la ausencia de un contexto definido en sus obras bidimensionales. Muchos dibujos de Ernesto Benítez carecen de referente espacial y es que la ambivalencia -multivalencia- (que no ambigüedad) es un imperativo en su poética. Las figuras (símbolos) en la obra de Ernesto Benítez están, por momentos, como pendientes, a mitad de camino entre cielo y tierra; no son fijas (están suspendidas, pendientes) y no son estables o duraderas. Muchos de sus dibujos enuncian un diálogo con imágenes que no encuentran asidero, apoyo ni memoria. Ernesto se refiere a ellas como elementos que permanecen en una “penumbra de luz” o en una “luminosa oscuridad” y da igual si las obras son realizadas con cenizas de diferente procedencia, con tinta, arcilla, lápiz conté u otros materiales. Todos los referentes y los asideros contextuales se deshacen, se desmoronan en la encrucijada espaciotemporal que evoca el dibujo de Ernesto Benítez… porque las exclusiones no nos salvan, nos ahogan -como a nuestra gloriosa cultura- en la enfermiza polarización que nos define, de forma exclusiva, por lo que no somos.