Todos los nombres de Dios, 2007
Lápiz Tinta sobre papel Fabriano.
110 x 75 cm.
Concebidos como mapas cartográficos de la Instalación «Absurda Armonía de Estar» y mostrados como exposición personal en Galería La Casona (Génesis Galerías de Arte), La Habana.
Deus Otiosus: A Dios Muerto, Dios puesto
La ansiosa muerte de Dios, proclamada en el ocaso de la modernidad, ha resultado a todas luces una farsa; una promesa incumplida que no ha conseguido más que exacerbar el fervor de una nueva «fe» entre los contemporáneos, quienes, en lugar de sepultar a la antigua divinidad suprema la hemos sustituido con nuevas deidades más acordes a las nuevas condiciones. Occidente se ha convertido así, en un crisol de ídolos más que de credos: un crisol de fetiches con idólatras que profesan una adoración del Símbolo en detrimento de lo simbolizado. Los fundamentos teleológicos posmodernos se han instalado en la extrema libertad; la nueva religiosidad se reduce a una dimensión personal y Dios, que en realidad nunca fue expulsado de nuestras cosmovisiones (no es posible hacerlo), se presenta hoy -tanto en el discurso pesimista europeo como en el pragmatismo positivista americano- enquistado en las márgenes de una voluntad light: más permisiva y menos exigente.
Estas obras se inspiran en el simbolismo del metrónomo (instrumento que define y marca el tempo rítmico) para discursar sobre la armonía y complementariedad entre contrarios, la tolerancia y la convivencia. Hay una referencia directa a la fragmentación, la escisión y al fenómeno de la amputación mediante el empleo de instrumentos quirúrgicos de la antigua Grecia, cuna de la civilización y el pensamiento occidentales.