Crisis Room (Serie Borderline)
2006
Madera (cedro), cobre, bronce y cenizas sobre pared.
Escalpelo: 330 x 60 x 25 cm. (Instalación de dimensiones variables)
Obra de Arte Ambiental (Environment) que se exhibió por primera vez en «Borderline», Exposición Personal realizada en la Galería Villa Manuela (UNEAC), La Habana.
Vivir La Muerte (Una cuestión de Sentido)
‘Tú no comprendes ni siquiera la vida. ¿Cómo vas a comprender la muerte?’”
Confucio (551-479 a.C.)
Simon Critchley,
El libro de los filósofos muertos.
Desde Sócrates o Cristo (renuentes a eludir sus esperadas muertes), pasando por el honorable seppuku o harakiri (de acuerdo con el bushido), el suicidio tiene un fuerte componente sacrificial que, en la cultura occidental, parece redundar en un eterno tabú.
Un escalpelo, un cuchillo… da igual; un instrumento metálico pensado para cercenar, escindir, amputar o separar… Suspendido desde el techo, se exhibe flotando sobre el espectador, como una Espada de Damocles.
Auto-Sacrificio y Sacralización de La Cultura
I- Esta obra se mueve en las coordenadas de la vida como práctica ritual sacrificial y como un camino de aprendizaje del buen morir. Aquí, pues, el suicidio como ofrenda sagrada o autosacrificio.
II- Amén de que se antoje lleno de ademanes psicológicos que podamos cuestionar y caracterizar, el suicidio es, en sí mismo, inaccesible a un “examen” cartesiano, externo, porque rompe con todos los mitos lógicos occidentales sobre el significado de la vida. Nuestra cultura occidental (desde aquellos movimientos ilustrados del S-XVIII) es incapaz de hacer frente a ciertos procesos que ocurren en el ámbito de la psique y, al enfrentar el acto suicida, prefiere canalizarlo desde el morbo de la motivación que no redunda, sino, en la patologización del suicidio.