(Se muestra sólo una selección de obras realizadas en Fotografía -digital-analógica- de algunas series producidas para ofrecer una visión global del trabajo)
La Fotografía en la obra de Ernesto Benítez (Arte Contemporáneo)
La fotografía tiene un peso decisivo en el panorama del arte contemporáneo y Ernesto Benítez es un artista que desde muy joven se ha interesado por recrear realidades otras o realidades engañosas y ha experimentado con este medio de expresión. Benítez se apoya en la imagen fotográfica para velar discursos, cargarlos de ambivalencias e introducir en sus obras ciertas dosis de información “encriptada” (a veces literalmente). En sus más recientes propuestas este artista acude a la fotografía para dialogar sobre la ubicuidad, sobre la omnipresencia o sobre la alteridad y lo auto-referencial.
En su fotografía y en toda su propuesta, Ernesto Benítez desempolva muchos símbolos ya acuñados y legitimados (aunque cuasi olvidados) por la tradición occidental para enfrentarlos a los nuevos arquetipos y a la parafernalia litúrgica de la posmodernidad. El artista propone una tensión constante de la memoria y la fotografía le resulta uno de los mejores aliados.
Ernesto no oculta su mirada influenciada por la Subjektive Fotografie alemana de postguerra. La ruptura planteada por la Subjektive Fotografie con anteriores estereotipos heredados en el ámbito fotográfico es para Ernesto, ya en sí misma, un símbolo de alcance insospechado en estos tiempos de apatía y ludismo desmedidos. Claro, Ernesto se despoja de todo el tecnicismo propio de la fotografía Subjetiva que le influye, pero resalta y conscientemente intenta beber en el caudal utópico y emancipador que mana de una de las corrientes fotográficas que mejor ilustra el subjetivismo y el espíritu de autonomía artística y el espíritu experimental de la modernidad.
Ernesto Benítez es un artista conceptual que opera con antinomias y por ello es consciente de que sus obras (fotografía incluida) son herméticas a pesar de que se presentan con una apariencia de “fácil lectura” (fundamentalmente en sus dibujos y sus obras bidimensionales de los años 2000-2010). En muy rara oportunidad Ernesto deja algún cabo suelto o al azahar; nada es casual en una propuesta estética como la suya que se estructura, precisamente, a partir de diferentes niveles discursivos no revelados más que en códigos hilvanados con un discurso simbólico casi impenetrable desde una mera lectura instrumental como la que emana del pensamiento concreto en la encrucijada posmoderna. Hay muchas referencias ocultas en su obra: referencias de orden antropológico, existencial, político o cultural. El artista incluye en su obra muchas referencias históricas y otros datos o valoraciones filosóficas «escondidas» que se nos dan sólo como referencias simbólicas, visualmente travestidas.
Ernesto incorpora también a sus obras elementos que extrae de inagotables fuentes alquímicas, del pensamiento oriental y otras referencias culturales que sus estudios antropológicos le han proporcionado. De hecho, en sus obras se incluyen numerosos datos de carácter personal que escaparían a una rápida lectura epidérmica. Observando con detenimiento estas obras, podremos encontrar muchísimas referencias personales de carácter privado que se nos ofrecen, solapadas, en el contexto de los diferentes niveles discursivos. En el caso de la fotografía estos elementos se ofrecen o se incorporan algunas veces desde de la propia autonomía fotográfica y otras veces por medio de complementos fotográficos incorporados en sus instalaciones pensadas para espacios específicos –specific site art-, sus environments o sus obras realizadas con nuevos medios (new media art), así como en los tradicionales soportes usados por el artista (papel, lienzo, madera, etc) con materiales como el metal, el oro, la plata, diamantes, perlas, arcilla o cenizas diversas, entre otros…