(Se muestra sólo una selección de obras en «Pintura» de algunas series producidas para ofrecer una visión global del trabajo)
El Proceso, 2006 (Fotografía y Técnica Mixta sobre Lienzo)
Autorretrato: El Proceso I
Autorretrato: El Proceso II
Autoretrato: El Proceso III
Los Instrumentos del Proceso I
Los Instrumentos del Proceso II
Los Instrumentos del Proceso III
Los Instrumentos del Proceso IV
Pintura (Período Formación) Estudiante de Arte
La pintura en la obra de Ernesto Benítez (Arte Contemporáneo)
La pintura en la obra de Ernesto Benítez se presenta, formalmente, con un amplio espectro de materiales, soportes y estilos siempre en un contexto de exploración y experimentación. Priorizando la dimensión conceptual, los temas sobre los que reflexiona y las tesis que propone en su obra, desde muy joven Ernesto asume una forma de relacionarse con la pintura, expandiendo sus fronteras hasta el punto de proponer sitios de emplazamientos pictóricos.
En los inicios, durante sus estudios en la Academia de Bellas Artes de San Alejandro, su obra se caracteriza por el impulso visceral del artista adolescente y su rebeldía. Su concepción provocadora, desacralizadora y contestataria del arte le lleva a entablar amistad con algunos miembros del mítico grupo Art-Street, con los que ya compartía aulas. Desde entonces, participa en varios murales y actividades que Arte-Calle desarrolló en el centro urbano de La Habana durante esos años.
Esta fue época de Bad Painting, de Dripping y pintura gestual; época de Kitsch, Art Brut, arte marginal y así se puede apreciar en los murales urbanos (muros) que Arte-Calle pintó entre los años 1987-1989 o, en la mayoría de las obras que integraron la exposición «Sin título» que algunos miembros del Grupo realizaron en la propia galería de la Academia San Alejandro en 1988. Pero para entonces Ernesto ya era consciente de su múltiple escisión como ser humano y, aunque los intereses conceptuales del artista coincidían con muchos de los postulados del joven e influyente grupo artístico, en este momento Ernesto ya ha comenzado a configurar una poética de carácter más íntimo, con especial interés en explorar los giros contradictorios de la espiritualidad humana. Una poética más acorde con la dimensión restauradora de la experiencia del arte y el proceso de creación como exorcismo. A partir de ahora, el artista descartará esas morfologías estridentes, pero filtrará y retomará el espíritu grotesco y lisérgico de la psicodelia, típico de esas experiencias. Las regurgitará (en el contexto de su praxis artística) en muchas obras que escudriñan constantemente esta modernidad neomedieval: las evoca cuando propone sus lecturas sociales e interpretaciones culturales desde una estética de la decadencia.
En definitiva, la pintura de Ernesto Benítez ha experimentado -en el ámbito visual y estilístico- un camino que parte de lo que podríamos denominar una espontaneidad gestual marcada por la influencia del hapening y la performance painting en su período de estudiante que desemboca en una cínica visualidad pop. En el mismo nivel reflexivo, nos propone un manierismo académico figurativo (recordemos sus pastiches pintados al óleo sobre lienzo que antes se utilizaban como pancartas con propaganda política) de los años 90 y principios del 2000. En estas obras, irónicamente, se apropia de imágenes icónicas de la historia del arte cubano, sus más destacados representantes de las vanguardias artísticas y otras obras clásicas del arte renacentista europeo. Sus «pinturas» hechas a mediados de los 2000 con materiales orgánicos derivados del fuego (cenizas, carbón, etc.) y elementos de arte digital (impresiones fotográficas digitales sobre lienzo) son notorias. En ellas estableció interesantes analogías entre los procesos del arte, las relaciones de poder y los instrumentos de tortura medievales de la Inquisición. Pero, sobre todo, recordemos también las obras en técnica mixta de marcado carácter minimalista (minimal) realizadas con cenizas de libros de filosofía quemados, como parte del proyecto «7 días de silencio» 2011-2018. Nos referimos a las «Pinturas por capas» que posteriormente derivan en su «pintura abstracta» (arte abstracto) con la que explora la interpretación europea del mundo y la dimensión distópica del pensamiento occidental.