Por Arianna Covas Alemán
[…] ¿Cuándo y en qué circunstancias el ejercicio de la autoridad degenera en autoritarismo? ¿Qué nos lleva, una vez en el poder, a confundir la disciplina y obediencia de las normas con la ciega mansedumbre? ¿Cómo se superan los consensos para desembocar en la imposición, la exclusión, el escarnio, la denostación del diferente y el discrepante o el repudio al disidente? ¿Sobre qué argumentos se justifica la violencia de quienes solo pretenden aferrarse al poder? […][1]
Estos cuestionamientos, de profundo cariz ontológico, sugieren los derroteros investigativos que ha tomado la producción artística reciente de Ernesto Benítez (La Habana, 1971); quien asume el proceso creativo como potencial canalizador de sus inquietudes intelectuales.
Como artista cubano formado en la pasada generación de los ochenta e integrante en sus inicios de Arte Calle -grupo que por aquel entonces destacó en el panorama cultural cubano por su postura rebelde y contestataria ante la institución arte-, la vocación crítica está incorporada intrínsecamente a su discurso artístico; se manifiesta en él orgánicamente.
Desde la irreverencia y lo satírico enuncia Benítez sus tesis; por demás de gran densidad tropológica y sólido basamento conceptual. Son sus propuestas artísticas la punta de iceberg de todo un proceso investigativo en el que quedan interconectados saberes filosóficos, sociohistóricos y antropológicos. De manera que, acercarse a su obra supone un ejercicio intelectual en el que queda descartada cualquier ingenuidad interpretativa. No hay nada pueril y fortuito en su trabajo creativo, sino una madeja de significantes que debe el receptor devanar con perspicacia.
Así puede constatarse en su más reciente propuesta expositiva desarrollada en la Isla, “La morada de Leviatán”[2]; muestra personal resultado de un proceso investigativo cuyas coordenadas fueron insinuadas al inicio con las propias palabras del artista.
A partir de una única pieza instalativa de carácter efímero, conformada por decenas de bolsas de basura infladas, apiladas y registradas con un único código numérico, Benítez logra articular todo un discurso metafísico que va a la simiente del Estado -en sentido genérico-. Su aguzado ojo crítico penetra la materia de esta organización política partiendo de los postulados del filósofo inglés Thomas Hobbes recogidos en su libro Leviatán, o La materia, forma y poder de una república eclesiástica y civil (1951) -basamento conceptual de la exposición-. En este sentido, el comentario de la obra huye de localismos; trasciende cualquier aterrizaje en una experiencia político-social específica, amén de que en el proceso receptivo puedan manar ciertas analogías y reminiscencias ejemplarizantes.
“La morada de Leviatán” interpreta desde la praxis artística la teoría hobbesiana que define al Estado como res publica fundada a partir de la suma de voluntades individuales que, a partir del pacto o contrato social, anulan sus particulares juicios y apetitos y confieren todo su poder y fortaleza a un hombre o asamblea de hombres. Cada bolsa de basura en el texto artístico propuesto por el autor alude así a ese sujeto gregario que, despojado de identidad, con su voluntad disciplinada y, por ende, libertad individual reducida, es condenado al anonimato. Y en este colectivismo uniforme se enfatiza su prescindibilidad. El mismo código numérico en todas las bolsas insiste en esta idea del ser anulado en el abstracto y nebuloso seno de un gran todo amorfo; un sujeto ninguneado, devaluado, neutralizado, sustituible, reciclable: un ser que ya no es…[3]
Ante esta metástasis identitaria el sujeto pasa a formar parte de ese engranaje mayor denominado Estado; gran Leviatán -para Hobbes necesario- que centraliza el poder. Pero, ¿hasta qué punto esta autoridad hegemónica es conveniente para la masa humana administrada, en tanto garantiza -o intenta hacerlo- su buena convivencia? ¿en qué desemboca ese poder absoluto? ¿cómo la homogenización de los individuos dentro del proceso de conformación del Estado se convierte en terreno fértil para el autoritarismo?
De esa frágil línea que separa a un proyecto de Estado de un régimen totalitario, de la constitución de ese gran Leviatán, cuyos artífice y materia no son sino el hombre; de todo ello nos advierte el artista en su propuesta expositiva. La cual, al tiempo que habla del formidable poder del monstruo bíblico -devenido metáfora de estructuras políticas basadas en el orden social opresivo-, insinúa su carácter perecedero. Y es que el estado de las bolsas de basura que integran “La morada de Leviatán” ha ido cambiando desde que fuese inaugurada la muestra; estas han ido perdiendo paulatinamente el aire. Con esta especie de procesualidad, signada por el desinfle de la materia de la que compone Benítez su Leviatán, es desmantelado el carácter omnipotente de este último.
De tal suerte, este artista cubano reflexiona, poniendo el dedo en la llaga -como acostumbra a hacer-, en torno a cuestiones existenciales que atañen a todos; remueve el suelo firme bajo nuestros pies como sacudida de advertencia en medio de un mundo polarizado y cada vez más líquido[4]. Y con esta propuesta reflexiva reafirma, además, su operatoria creativa y particular estilo mordaz y cuestionador hasta la médula.
Notas:
[1] Ernesto Benítez, en nota de prensa para la exposición “La morada de Leviatán”.
[2] La exposición personal “La morada de Leviatán” se inauguró el 13 de enero de 2023 en la Sala Zambrano del Centro Hispanoamericano de Cultura de La Habana y estuvo abierta al público hasta el mes de febrero.
[3] Ídem
[4] Yenny Hernández Valdés. “Ernesto Benítez, regurgitador de incomodidades”, Revista CdeCuba Art Magazine No.31. Páginas 4-11.
Referencias
s.f. Ernesto Benítez
Benítez, Ernesto. 2023. «Nota de prensa exposición ´Leviathan´» 13 de Enero.
Bravo, Abram. 2022. «Ernesto Benítez: de todos, el más rebelde.» Hypermedia Magazine. 15 de Diciembre.
Correa, Antonio. 2023. «Ernesto Benítez: exhumación del aliento.» Aica Caraibe du Sud. 12 de Enero.
Valdés, Yenny Hernández. 2023. «Ernesto Benítez y «La morada de Leviathan«.» Hypermedia Magazine. 8 de Febrero.
Hobbes, Thomas. 1951. Leviatán.
Valdés, Yenny Hernández. s.f. «Ernesto Benítez, regurgitador de incomodidades.» CdeCuba Art Magazine.
Publicado en PAC Plataforma de Arte Contemporáneo: